El coaching centrado en la persona

Parece redundante, ¿no? Quizá alguno de mis lectores se preguntará, bueno, pues ¿en qué más se podría centrar el coaching si no es en la persona?


Déjenme platicarles mi experiencia y cómo Rogers vino al rescate.


Resulta que cuándo estaba retomando mis actividades como coach me encontré muy preocupado por repasar las técnicas que aprendí en mi certificación, en tener elaborada mi ruta crítica con mucha claridad y a la mano cualquier apunte que pudiese necesitar para que mi cliente se enterara que estaba con un coach que “sí sabía”. Durante la sesión no dejaba de mirar el diagrama que “debíamos” seguir, de repasar mis nota, de apuntar casi todo lo que me estaban diciendo. Me sentía rígido, como acartonado, lleno de clichés, con una gran necesidad de echar un rollo erudito más que de escuchar.

Claro que fue un rotundo desastre.

Con esa persona no tuve oportunidad de mejorar, pues no volvió. Lo que sí sé es que la sesión me dejó con un mal sabor de boca. ¿Qué había hecho tan mal? Había seguido el manual, ¿no?



Al reflexionarlo ahora me doy cuenta de que justamente eso fue lo que no funcionó: estaba centrando en el manual, en el proceso de coaching, más en la técnica que en la persona que tenía delante. Se podría decir que al querer aferrarme al mapa, me perdí la oportunidad de descubrir el territorio.

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El mapa no es el territorio

Como soy bastante ñoño me puse a estudiar y a repasar más hasta que me topé con esta frase de mi querido Carl Rogers:

La experiencia es, para mí, la máxima autoridad. La medida de validez es mi propia experiencia. Ni las ideas de otra persona ni ninguna de mis propias ideas tienen tanta autoridad como mi propia experiencia. Es a mi propia experiencia a donde debo regresar una y otra vez para descubrir una mayor aproximación a la verdad en el proceso de convertirme en mí.
— Carl Rogers

Con esto en mente volví a la base de la aproximación humanista centrada en la persona y a las buenas experiencias que he tenido cada vez que he aplicado sus principios. Ninguna relación de desarrollo nutre y avanza de forma óptima si el facilitador no logra romper las barreras de su ego y abrirse hacia el otro para conocerlo y acompañarlo. ¡Qué gran nivel de soberbia se necesita para pensar que por haber estudiado tal o cual cosa se puede usurpar la autoridad del cliente en su propio desarrollo! 


En una aproximación al coaching centrado en la persona es el cliente (coachee) quién lidera la conversación. El coach-consultor no dirige en ninguna dirección al cliente pero sí debe centrarse en algunas conductas y creencias que, de ejercitarlas, generan un clima de desarrollo.

Rogers resumía en tres estas estas cualidades que caracterizan una relación de apoyo centrada en el cliente:

  1. Aceptación incondicional. En el momento en que logramos hacer sentir al otro que no importa por lo que esté pasando, lo aceptamos y reconocemos como un ser valioso y digno de aprecio, estamos fomentando la confianza y apertura. El coach que practica esta actitud debe aceptar al cliente por quién es y darle soporte apoyo.

  2. Congruencia. Es indispensable que el coach esté en contacto constante con sus propios sentimientos y emociones para que se sienta confortable en compartírselos al cliente. Esta postura no solo contribuye a generar una relación abierta y saludable sino que modela en el coachee una manera de comunicarse que afirma: “está bien ser vulnerable”.

  3. Empatía. El entendimiento empático del cliente, comprendiendo sus pensamientos y sentimientos de tal manera que se pueda ser espejo y reflejarle lo recibido es fundamental para la construcción de la relación y para que el coachee se entienda mejor a sí mismo. Necesito al otro para saber quién soy.

Comprender, aceptar y manifestar que el cliente es una persona completa, digna y capaz de encontrar sus propias soluciones es la base del coaching centrado en el cliente. Rogers mismo decía:

Es el cliente quién sabe qué le duele, en qué dirección hay que ir, que problema es crucial, qué experiencias yacen profundamente escondidas. Se me empezó a ocurrir que, a menos que tuviese la necesidad de demostrar mi propio ingenio y aprendizajes, haría mucho mejor en confiar en el cliente para darle dirección al movimiento del proceso.
— Carl Rogers

El coaching centrado en la persona tiene una única técnica que está plenamente reconocida por su eficacia: la escucha activa, curiosa y libre de juicios. Pocas cosas son tan útiles y satisfactorias en sí mismas como sentirse escuchado y comprendido.


Esta manera de abordar la relación de coaching deja atrás las posturas jerárquicas y desbalanceadas donde el coach es el experto. No existe un método que se ajuste a todas las personas, cada una es única y está pasando por unas circunstancias excepcionales. El cliente y el coach trabajan juntos en la transformación y superación del coachee. 

Se trata entonces de generar un ambiente y una relación que el cliente pueda usar para su propio desarrollo personal.

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“Es una curiosa paradoja que cuando me acepto mí mismo como soy, entonces puedo cambiar.”

Con todo esto en mente, mis queridos clientes a los que he tenido la fortuna de acompañar en su proceso de desarrollo, han encontrado en mí a un ser humano que está esforzándose en comprenderse y comprenderlos, que está consciente de sus emociones (aunque no siempre las comprenda) y que quiere establecer con ellos una relación entre dos personas adultas y capaces. 


Menos técnicas, más empatía, menos guía y más entendimiento, menos discursos y mucha más escucha, de la buena, de esa que se hace con el corazón. 



Con cariño,


Francisco


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Si les interesa saber más el tema, aquí les dejo algunas referencias

ALDA, Alan. If I Understood you, would I have this look in my face. Random House. 2017

ROGERS, Carl. El proceso de convertirse en persona. Paidos. 2014

ROGERS, Carl. Client Centered Therapy. Robinson Press, 2015

https://www.skillsyouneed.com/ips/active-listening.html

https://positivepsychology.com/client-centered-therapy/

https://www.counsellingconnection.com/wp-content/uploads/2013/03/Person-Centred-Therapy.pdf

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